viernes, 22 de marzo de 2013

Junto al pueblo venezolano

La muerte de Hugo Chávez y sus repercusiones.
La gigantesca marea roja que durante varios días recorrió las calles de Caracas pone de relieve el desasosiego que el pueblo venezolano siente por la muerte de su presidente, y a la vez los desafíos que enfrenta. Chávez no sólo ha sido un líder de Venezuela, sino también un referente de América Latina. En pocos días se realizarán las elecciones.

[publicado en Vamos por la Liberación Nº1, 22/3/13]


Hugo Chávez llegó al gobierno tras la rebelión popular de 1989 y el alzamiento militar de 1992. Luego de los grandes retrocesos económicos, políticos y sociales de la década de los ’90, asumió con apoyo popular y de corrientes militares democráticas y nacionalistas. Su afianzamiento con el Movimiento Bolivariano en 1999 fisuró la dominación oligárquico-imperialista en Venezuela, golpeando particularmente al imperialismo yanqui.

El Caracazo del 27 de febrero de 1989 preanunció el quiebre de la continuidad siniestra establecida durante 40 años por el pacto bipartidista y proscriptivo de “Punto Fijo” (1958). El Caracazo y la sucesión de puebladas que le siguió hasta 1992 fueron anuncio y parte de un período nuevo en toda Latinoamérica: años de grandes movilizaciones populares como las marchas indígenas en Ecuador y campesinas en Brasil, las “guerras” contra la privatización del agua y del gas en Bolivia, las puebladas argentinas, la rebelión zapatista y la pueblada de Oaxaca en México, las grandes movilizaciones del estudiantado secundario y universitario en Chile.

Como presidente Chávez fue gran impulsor de distintas alianzas y proyectos integracionistas latinoamericanos: ALBA, Unasur, Petrocaribe y la CELAC (una “OEA” paralela sin participación de los Estados Unidos). Encabezó la oposición al ALCA impulsado por EEUU, como vimos en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005.

Lo que cambió (y lo que no) con el chavismo.- Chávez volvió a levantar los principios de soberanía nacional y bienestar para el pueblo venezolano, recogiendo así las banderas de los promotores de la independencia nacional y de la integración de América Latina.

Bajo el gobierno de Chávez, parte importante de la renta petrolera que antes se embolsaba un puñado de oligarcas socios de monopolios yanquis o europeos, se volcaron a mejorar la situación social de las masas populares financiando medicamentos, jubilaciones, estudios o viviendas. Apoyándose en esos ingresos practicó políticas sociales a través de las llamadas “Misiones”. Pero no cambió de fondo el control sobre los recursos energéticos estratégicos.

En sus 14 años de presidencia disminuyó la pobreza —que a fines de los ’90 afectaba al 80 por ciento de la población—, y hubo notorios avances en salud y educación públicas, construcción y en otros campos.

En abril de 2002, el golpe de Estado organizado por la derecha “escuálida” (oligárquica) y la central empresarial, con el respaldo desembozado de gobiernos imperialistas como el norteamericano de Bush y el español de Aznar, fue aplastado gracias a la extraordinaria movilización de las barriadas obreras y populares de los cerros que rodean Caracas y a la participación de los sectores patrióticos y democráticos del ejército.

Después de derrotado el golpe, dispuso la re-nacionalización y estatización de algunas grandes empresas. En ese mismo año, se avanzó con el lanzamiento de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario con la que han sido regularizadas más de 7 millones de hectáreas para la producción agrícola, beneficiando a alrededor de 1.300.000 personas en todo el país, según un informe del Instituto Nacional de Tierras (Inti).

Sin embargo, la extrema dependencia de los ingresos provenientes de la renta petrolera no se modificó sustancialmente, y esos ingresos no fueron la base de un desarrollo industrial diversificado. Gran parte de los alimentos, de otras necesidades básicas y de los bienes de capital para la industria siguen siendo importados. Esto está en el trasfondo del pesado endeudamiento y de las altas tasas de inflación que corroen la economía venezolana.

Además, si bien el Estado retomó la propiedad de grandes empresas —algunas de las cuales habían sido privatizadas en los ’90 como Sidor (apropiada entonces por el monopolio ítalo-argentino Techint), Cantv, el Banco de Venezuela, empresas privadas de la alimentación y otras—, en su mayor parte no se trató de expropiaciones sino de adquisiciones negociadas y efectuadas “desde arriba” y pagadas por el Estado.

Al no avanzarse en cambios estructurales de fondo, el presidente provisional Nicolás Maduro, aún en vida de Chávez, inició el camino del ajuste —inaugurado con una devaluación del 45% en los primeros días de febrero—, que inevitablemente hará recaer la deuda y el déficit estatal sobre las masas populares.
Debate.- Chávez fue un gran impulsor de la unidad latinoamericana para contrapesar la opresión imperialista yanqui y abrir un cauce al desarrollo económico de nuestros países. Sin embargo, buscó “ayuda” de otros imperialismos como el chino o el ruso, a quienes consideró “amigos de los pueblos”. Por este camino no es posible avanzar a la liberación y el socialismo. Sí pueden fortalecerse nuevos sectores dominantes y nuevas dependencias. 

Un nuevo momento.- El imperialismo yanqui y sus socios ya han comenzado a operar. Siguen teniendo notoria influencia en la prensa venezolana, en una parte importante del movimiento estudiantil y las capas medias, y en sectores reaccionarios de las Fuerzas Armadas. Seguramente preparan un embate “antipopulista”. Intentarán recuperar los privilegios perdidos y dar además un escarmiento a todos los pueblos latinoamericanos.

El 14 de abril se realizarán las elecciones presidenciales. Las masas populares de Venezuela se inquietan con razón: aspiran a conservar las conquistas sociales y políticas logradas con su lucha. En las urnas y en las calles el pueblo venezolano buscará defender esas conquistas obtenidas en estos años y avanzar más.

En Argentina, tras aprobar en el parlamento el acuerdo con Irán, Cristina Kirchner hace una sobreactuación de chavismo. La dirección de la UCR y el peronismo disidente acentúan su antichavismo. Binner se sincera y dice que hubiera votado a Capriles. En definitiva, cada sector de las clases dominantes se va posicionando en la nueva situación.

Los pueblos de América Latina debemos estar alertas. Reafirmamos la necesidad de la lucha revolucionaria independiente de la clase obrera y los pueblos de América Latina contra el imperialismo y las oligarquías locales.


“Huele a azufre”. Así Chávez hizo referencia al entonces presidente norteamericano 
George Bush, a quien llamó “El Diablo” y denunció que “vino aquí hablando como 
dueño del mundo”. Fue en la ONU el 20 de septiembre de 2006.

Acto-homenaje en el Monumento a Simón Boliva organizado por la CTA.