miércoles, 5 de junio de 2013

El desenlace del Argentinazo y el gobierno de los Kirchner

[VxL! Nº6] La década K.
Extractamos parte del documento “Nuestra ruptura con el PCR y la reconstrucción del comunismo revolucionario: ¡Seguimos la lucha por la revolución!” (9 y 10 de marzo de 2013). Un análisis sobre el surgimiento, carácter y los objetivos del gobierno kirchnerista.


El Argentinazo se desató también como producto de una crisis alrededor de la hegemonía dentro de las clases dominantes, en el marco de aquella crisis económica mundial que se desarrollaba desde 1997 y en un mundo en el que venían surgiendo nuevas potencias con “oportunidades” para las clases dominantes de nuestro país. Particularmente es el caso de China, en que ya la Presidenta Cristina Kirchner había señalado la importancia internacional del Congreso del PC de China, a lo que agregó hace pocos días el saludo en mandarín por la conmemoración del Año Nuevo chino, usando la cadena nacional de televisión.
Duhalde ejecutó la salida de la convertibilidad con la mega devaluación de los salarios y la pesificación asimétrica. Así salvó a los bancos, le volvió a dar “competitividad” a los monopolios y a las exportaciones, y benefició a los terratenientes. (…)
Tras el Argentinazo, la masacre del Puente Pueyrredón a mediados del 2002 fue el punto de inflexión de aquella situación de crisis política. Mostró la inviabilidad de lo viejo, pero a la vez la imposibilidad del pueblo para imponerse frente a las armas de los comisarios Fanchiotti, del Estado, de los que “no se iban a ir” porque tienen que ser echados con un proceso revolucionario liberador.
El kirchnerismo es un producto de este desenlace. No resuelve el conflicto fundamental en un sentido popular, sino que expresa el surgimiento de una nueva hegemonía en las clases dominantes, reorientando la matriz productiva y de exportación, aprovechando la devaluación duhaldista, con eje en la soja, la minería y el petróleo (hasta hace unos años), etc., junto al negocio automotriz, manteniendo la dependencia y, (después de su reestructuración y quita), el pago de gran parte de la deuda pública ilegítima y fraudulenta.
Por eso, inclusive la oposición política promovida a través de Clarín y La Nación, como expresiones de una vieja hegemonía que retrocede, se ha centrado en un reclamo “institucionalista” y en el forcejeo dentro de esta nueva matriz.
En este contexto, muchas de las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional encierran dos aspectos: concesiones a un pueblo que no pudo imponerse en el 2001 pero sigue luchando, y al mismo tiempo golpes desde el gobierno a sus adversarios en la lucha por la hegemonía en el poder, en sus distintos planos: electoral, económico, mediático, judicial, parlamentario, militar, policial, en definitiva político. Podemos citar: estatización de las AFJP, asignación universal por hijo, jubilación universal, juicios a represores de la dictadura, exoneraciones policiales y cambios de cúpulas, “salvataje-estatización” de Aerolíneas Argentinas, reivindicación del proceso revolucionario de Mayo en el Bicentenario, denuncias anticoloniales sobre Malvinas, reglamento del aborto no punible –aunque se niegan con todo al aborto-, matrimonio igualitario, ley de medios, YPF, y ahora “democratización de la justicia”.
En cada una de estas medidas reside esa dualidad: de algunas concesiones al pueblo y de disputa en el seno de las clases dominantes. En cambio, el gobierno pretende presentarse como expresión de una política “nacional y popular” contra las corporaciones y los grupos de poder. Y entonces, junto con esto, avanzaron con la cooptación y división de una parte de los que en el 2001 estuvieron unidos en la lucha popular.
El kirchnerismo ha usado estas medidas para consolidarse en el gobierno y fortalecer a empresas de su grupo de burguesía intermediaria y terratenientes, además de favorecer a diferentes monopolios imperialistas. Los pagos récord de deuda pública, reforma de las ART, impuesto al salario, mantenimiento de la precarización, persecución a los luchadores populares, crecimiento de la droga, muestran la esencia del kirchnerismo.
Desenmascarar la esencia reaccionaria de este gobierno sigue siendo una tarea ardua, difícil y compleja. Podremos avanzar en la acumulación de fuerzas, en la medida en que lo hagamos desde una posición popular, con independencia de clase, que sostenga la necesidad de la revolución de liberación nacional y social.