martes, 15 de julio de 2014

Los palestinos, por su tierra y sus derechos nacionales

[Vamos! Nº32]  Israel vuelve a bombardear Cisjordania y Gaza. Israel sigue su campaña colonialista: bombardeando los territorios palestinos, busca liquidar el reciente pacto de unidad entre Hamas y Al Fatah contra la ocupación. Los yanquis se postulan para “mediar” entre genocidas y bombardeados.



Desde el martes 8 de julio Israel bombardea con aviones la Franja de Gaza, como parte de la operación Margen Protector. Al cierre de esta edición de Vamos! las fuerzas israelíes habían lanzado 1.200 ataques contra ese territorio palestino, y sumaban más de un centenar los muertos y cientos los heridos.
Los hospitales enfrentan condiciones terribles. Las medicinas y suministros sanitarios son insuficientes. Los israelíes usan “bombas de racimo” de fósforo sobre la población civil. Muchos heridos llegan destrozados y con graves quemaduras. El 40% de los heridos son niños. Varios centros sanitarios fueron dañados por los bombardeos. Más de 300 viviendas y familias enteras fueron aniquiladas o forzadas a emigrar con el argumento de que albergaban “terroristas” del grupo islámico Hamas.

Ocupantes y resistentes
Las agresiones de Israel contra la Franja de Gaza —y en general contra los palestinos— son innumerables, en los pequeños y disgregados territorios que les quedan de lo que alguna vez fue su patria.
El gobierno israelí justificó la nueva ola de bombardeos alegando que desde Gaza Hamas lanzaba misiles sobre poblaciones civiles del sur de Israel. Hay que subrayar que ni uno solo de los obsoletos y defectuosos misiles de la resistencia patriótica pudo penetrar la llamada “cúpula de hierro”, el sistema de defensa de Israel. Tel Aviv recibe de Washington 3.000 millones de dólares anuales en ayuda militar.
En el origen de este último capítulo de la ocupación y opresión israelí sobre el pueblo palestino de Gaza y Cisjordania está el asesinato en junio de tres jóvenes israelíes, hecho que no reivindicó ninguna agrupación palestina y que reclama una verdadera investigación. Pero el primer ministro de Israel, Netanyahu, aprovechó el caso para culpar a Hamas y desencadenar una operación sanguinaria, planeada con anticipación, de castigo colectivo sobre el pueblo palestino, primero contra varias poblaciones de Cisjordania y después sobre Gaza. Luego, en una nueva represalia racista, un grupo de colonos israelíes quemó vivo a un muchacho palestino.
Se trata de una descomunal operación fascista, en la que miles de soldados rastrillaron el campo y llevaron a cabo registros casa por casa. Noche tras noche se arrestó a toda persona integrante de la vasta red social y política de Hamas o con vínculos con esa organización. Soldados armados irrumpieron en las casas, empujaron a los niños y las mujeres, arrancaron a los hombres de sus camas y se los llevaron esposados y con los ojos vendados. Profesores, diputados, ex presos y militantes sociales fueron detenidos por ser miembros o simpatizantes de Hamas. Luego Israel lanzó los bombardeos masivos sobre Gaza, con el pretexto de “defenderse” de los cohetes de la resistencia palestina.
Las víctimas de esos cohetes en Israel son… ninguna. Porque no se trata de una guerra ni de “fuego cruzado”, como lo pinta la prensa imperialista de los yanquis y sus aliados, sino de una nueva masacre perpetrada por uno de los ejércitos más poderosos del mundo —el israelí— sobre un pueblo que no tiene ejército, ni armada ni aviación, y que desde hace más de seis décadas resiste en variadas formas la ocupación militar y la colonización racista de los sionistas israelíes.

Buscan liquidar la unidad palestina contra la ocupación
Tras los ataques aéreos, los capos militares de Israel ya advirtieron que vendrá la incursión por tierra. El objetivo central es destruir a Hamas, a dos semanas de que ese grupo alcanzara un histórico acuerdo de unidad con el partido Al Fatah del presidente Mahmud Abbas, y presionar a Abbas a que rompa el propio gobierno palestino de coalición. “Ninguna presión internacional nos impedirá actuar con todo nuestro poder”, aseguró el premier israelí Netanyahu, que cínicamente señaló como responsables de todas las víctimas palestinas a los dirigentes de Hamas por mezclarse con la población civil, mientras las bombas israelíes seguían cayendo sobre los barrios de Gaza, Rafah y otras ciudades y pueblos.
Las Brigadas Azedin al Kassam —brazo armado de Hamas— pusieron condiciones para cesar sus lanzamientos: fin de la agresión en Jerusalén, Cisjordania y la Franja de Gaza; liberación de los prisioneros del intercambio por el soldado israelí Gilad Shalit nuevamente detenidos; y cumplimiento de todos los términos del alto el fuego alcanzado en 2012 tras la operación “Pilar de Defensa”. Por su parte Abú Rudeina, portavoz del presidente palestino Mahmud Abbas, levantó el derecho de los palestinos a defenderse.
El presidente yanqui Obama dijo que Washington podría “mediar” para facilitar un cese de hostilidades, incluso volviendo al “alto el fuego” de noviembre de 2012. Ese acuerdo, impulsado por EEUU y Egipto, llegó tras ocho días de combate y la muerte de 150 palestinos y 5 israelíes. En aquel entonces Washington se negó a negociar directamente con Hamas —al que considera un grupo “terrorista”—; ahora los yanquis buscan que Egipto vuelva a mediar entre Israel y la organización islámica.
Ante el verdadero terrorismo de los bombardeos israelíes y ante la habitual injerencia de Washington, es notorio el silencio de otras potencias imperialistas como Rusia —con antigua gravitación en el Medio Oriente— y China (asi como del G77).


Israel, país ocupante
Los imperialistas sólo se preocupan por el recuento de sus fuerzas e influencia en la estratégica región de Oriente Medio. La prensa afín a las grandes potencias finge olvidar lo que en estos días dijo Samah Sabawi, escritora y activista de Gaza exiliada en Australia: “Cuando hagan las cuentas, cuando cuenten los cohetes palestinos cayendo en Israel o las bombas israelíes cayendo sobre Gaza, cuando cuenten las y los palestinos muertos a lo largo de los años y los muertos israelíes y las personas heridas, por favor no olviden contar los minutos, las horas, los días y los años de ocupación: todos y cada uno de los días que los y las palestinas nacieron y murieron sin ciudadanía, que vivieron sin derechos, sin sueños, sin trabajo, sin agua, sin tierra, sin casa…”.
En Gaza viven 1 millón 700.000 palestinos en una franja de 45 por 15 km (apenas 360 km2). Un millón 200.000 fueron expulsados de sus tierras en lo que ahora es el sur de Israel. Los que se aferraron a su tierra viven sin agua potable, sin electricidad y casi sin combustible ni material médico: todos los servicios públicos están controlados por Israel. 
Israel bloquea totalmente a Gaza desde hace años por tierra, agua y aire. No tiene escudos antimisiles ni refugios, ni vía de salida porque Egipto cerró el paso de Rafah (salvo ahora parcialmente). Sin escapatoria, los palestinos de Gaza viven a merced de los bombardeos israelíes. La desocupación es del 38%. El 14% de los niños padece desnutrición.
Israel, por su parte, es el sexto exportador mundial de armas (que las empresas israelíes les venden a muchos gobiernos latinoamericanos). Tiene uno de los ejércitos más modernos del mundo y un importante arsenal nuclear. Son conocidos sus métodos de limpieza étnica: expulsión de millones de palestinos de sus tierras, arrasamiento de aldeas y asesinato de pobladores, destrucción de casas y olivares, construcción del “Muro de la ignominia”, robo del agua a los agricultores. Israel nunca se retiró de los territorios ocupados en 1967, e incumplió todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU en defensa de los derechos palestinos. 
Los reaccionarios capos de Tel Aviv dicen que Israel “tiene derecho a defenderse”. El usurpador y ocupante de territorios ajenos se presenta como víctima y proclama su derecho a “defenderse” de la reacción de los colonizados y oprimidos desde hace varias generaciones.
La lucha armada y pacífica del pueblo palestino contra la ocupación extranjera es justa y defensiva: su rebelión es un derecho. Viven en nuestra memoria sus históricas “intifadas” (“guerra de las piedras”) de 1987-1991 y 2000-2004. Mientras Israel siga con sus políticas de ocupación, limpieza étnica y castigo colectivo, los palestinos sostendrán su resistencia patriótica.