martes, 4 de noviembre de 2014

El doble discurso neodesarrollista de Dilma y el PT

[Vamos! Nº 40]  Reclamos. Las enormes movilizaciones de junio del año pasado siguen en la memoria colectiva de los brasileros.









Para lograr su ajustado triunfo, el gobierno utilizó el temor de sectores del pueblo ante la posibilidad de la pérdida de la densa red de planes sociales –“Bolsa Familia”, “Luz para todos”, “Mi casa, mi vida”– que ayudan temporalmente con asistencialismo a los más pobres pero no solucionan ninguno de los grandes problemas estructurales que oprimen a la economía y al pueblo brasileños –centralmente el latifundio y la dependencia–.
El gobierno y el PT pusieron especial atención en sepultar en el olvido las grandes luchas que desnudaron el sesgo antipopular y antinacional de las políticas neodesarrollistas de Lula y Dilma a favor de los terratenientes y de los monopolios imperialistas y nacionales.
Pretendieron barrer bajo la alfombra la heroica huelga en mayo-junio de 2012 de los trabajadores de las represas de Jirau y San Antonio (estado de Rondonia), Belo Monte (Pará) y Garibaldi (Santa Catarina), donde los monopolios de la construcción Camargo Correia, Odebrecht y otros habían impuesto un régimen de trabajo casi esclavista en las obras hidroeléctricas, termoeléctricas y petroleras del llamado “Programa de Aceleración del Crecimiento” (PAC) que Lula y Dilma pusieron en marcha en la región amazónica. El gobierno de Dilma reprimió brutalmente con la policía militar y los “servicios”. Más de mil trabajadores fueron despedidos o forzados a renunciar, y los demás obligados a trabajar bajo la amenaza de armas.
Trataron de ocultar las gigantescas manifestaciones en casi todo el Brasil en mayo-junio de 2013 en protesta contra los enormes gastos en obras faraónicas para el Mundial de fútbol y en reclamo de mejores servicios públicos (transporte, educación, salud), y donde las multitudes cantaban “¡No es por centavos, es por derechos!”.
También intentaron ocultar las movilizaciones de octubre de 2013 contra el verdadero remate de las gigantescas reservas petroleras del área marina del “pre-sal” a un consorcio mixto brasileño-imperialista integrado por Petrobrás, Shell, Total y las estatales chinas Sinopec, Cnpc y Cnooc, después de haber enviado más de mil soldados del ejército a Río de Janeiro para aplastar el paro petrolero y las protestas de los trabajadores que amenazaban con impedir la licitación de Campo de Libra.
No pudieron esconder la continuidad del reclamo campesino contra el latifundio y las numerosas ocupaciones de tierras. Las imagenes del masivo acampe de los sin-tierra las semanas previas al mundial recorrieron el mundo. Pero el gobierno petista postergó sin fecha su prometida “reforma agraria” y en los hechos se hace cómplice de las bandas de los terratenientes –por ejemplo de las que en abril de 2012 asesinaron al dirigente de los campesinos pobres de Rondonia Renato Nathan–, mientras la lucha por la tierra es perseguida y criminalizada.
Y obviamente silenciaron las masivas denuncias contra la sistemática y monumental “corrupción” en Petrobras con el cobro de sobornos a empresas que buscaban obtener contratos con la petrolera, del que se beneficiaron dirigentes del PT con la tácita aprobación de Dilma y Lula que de hecho lo alentaron como fuente de financiamiento del partido oficial. Ya en 2005 había estallado el escándalo llamado del “mensalão” personificado en el entonces jefe de Gabinete y mano derecha de Lula, José Dirceu, hoy preso como armador de la trama de sobornos a los legisladores de la oposición para que votaran los proyectos del gobierno (idéntico a la “Ley Banelco” de De la Rúa… en el 2000).