viernes, 15 de mayo de 2015

El Congreso de los Pueblos Libres

[Vamos! Nº 51]  1815-2015: Un hito ocultado. La Revolución de Independencia en el Río de La Plata, desde su estallido en 1810 hasta la derrota final de los españoles en 1824, estuvo atravesada por un disputa por la hegemonía dentro de quienes coincidieron en el anticolonialismo. El Congreso encabezado por José Gervasio de Artigas fue una expresión de la línea más avanzada de esta revolución.














Con un decreto firmado en enero de este año, el Gobierno Nacional declaró al 2015 como el “Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres”. Entre los fundamentos esgrimidos, en el texto se sostiene que este constituyó “la primera declaración de independencia del Río de la Plata” y se destaca que representó “un importante antecedente de la Declaración de Independencia llevada a cabo en Tucumán el 9 de Julio de 1816”.

Efectivamente el también llamado Congreso de Oriente, convocado bajo el liderazgo de José Gervasio de Artigas e iniciado el 29 de junio de 1815 en la entonces llamada “Villa del Arroyo de China” (hoy Concepción del Uruguay), provincia de Entre Ríos, constituye un hecho destacado de la historia de la independencia rioplatense, ocultado por la historiografía oficial: no por nada Mitre hablaba de los “bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente”.

Pero el relato del kirchnerismo borra un elemento central: la disputa que por entonces atravesaba al agrupamiento de clases y sectores sociales que coincidían en el reclamo independentista respecto de España, pero que diferían profundamente en cuanto al proyecto de organización nacional y de relaciones socio-económicas a adoptar. Así, sitúa al Congreso de Oriente meramente como un “antecedente” del Congreso de Tucumán y soslaya el por qué el proyecto del Artigas y el Congreso de Oriente finalmente no fue el que se impuso.

La lucha de líneas en la revolución rioplatense

La Revolución de Independencia en el Río de La Plata, desde su estallido en 1810 hasta la derrota final de los españoles en 1824, estuvo atravesada por una disputa por la hegemonía dentro de quienes coincidieron en el anticolonialismo. Por un lado, se fue configurando una corriente más avanzada con posiciones consecuentemente revolucionarias –integrada por un sector de criollos y parte de las masas populares de la colonia– que planteaba la lucha a fondo contra España (así como contra cualquier otra potencia) y al mismo tiempo una serie de medidas que subvirtieran el régimen económico, social y político heredado de la colonia. Por el otro, una corriente que expresaba principalmente los intereses de aristocracia criolla de hacendados y comerciantes porteños, más vacilante en cuanto a la decisión independentista y que pretendía que el régimen heredado –del cual eran beneficiarios– no sufriera grandes modificaciones.

Esta lucha se libró desde el inicio. Ya en la Primera Junta personajes como Moreno, Castelli o Belgrano sostuvieron la posición revolucionaria en varios de sus aspectos. Pero rápidamente fueron desplazados, imponiéndose los sectores aristocráticos, cada vez más sólidamente, en el poder con centro en Buenos Aires.

Artigas y el gobierno porteño

Artigas fue otro de los referentes de la línea más avanzada de la revolución iniciada en mayo de 1810. Ya desde el levantamiento en la Banda oriental en 1811 y el sitio de Montevideo se fue expresando el contenido popular y revolucionario del artiguismo, lo que le valió un creciente enfrentamiento con los sectores hegemónicos en el gobierno porteño.

El Tratado de Pacificación entre Buenos Aires y Portugal (que había invadido el territorio oriental), que dejaba el territorio bajo control de los españoles, forzó a Artigas a encabezar el Éxodo Oriental, con 16.000 personas, instalándose en el litoral. Tras la retirada de los portugueses y el inicio del segundo sitio a Montevideo, el conflicto estalló abiertamente: ante la negativa de Artigas a subordinarse a los dictados porteños, estos lo declararon “traidor a la patria”, a pesar de lo cual tuvieron que terminar retrocediendo, puesto que el liderazgo y prestigio del dirigente de la Banda Oriental era indiscutible.

Pero donde se plasmó más claramente el contenido de la disputa fue en ocasión de la Asamblea del Año XIII. Allí Artigas envió a los diputados orientales con instrucciones que en su primer punto planteaban: “Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas Colonias”, al miso tiempo que exigía una forma de gobierno republicana y federalista, y que el Gobierno de las Provincias Unidas resida fuera de Buenos Aires. Los diputados directamente no fueron admitidos en la Asamblea, que dictó algunas reformas liberales, pero no declaró la independencia.

A partir de entonces, el conflicto entre el artiguismo y el gobierno porteño se tornó guerra abierta. Pero en enero de 1815 las tropas porteñas comandadas por Carlos Alvear finalmente se vieron forzadas a retirarse de Montevideo, y la Banda Oriental queda bajo el liderazgo de Artigas, quien a su vez ya había ido extendiendo su influencia hacia varias de las Provincias Unidas.

El proyecto artiguista

He aquí el lugar del Congreso de Oriente. Con la relativa estabilidad conquistada, Artigas se dedicó a la reconstrucción, desplegando algunos de los lineamientos principales de su proyecto. El más destacado fue el Reglamento de Tierras, que expropiaba las tierras a “los malos europeos y peores americanos”, repartiéndolas dando prioridad a “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres”. A su vez, para evitar la concentración latifundista, se fijaban límites precisos a la cantidad de tierras que cada uno podía tener y prohibía su reventa. Cabe destacar que, al mismo tiempo, el gobernador de Buenos Aires Oliden fijaba disposiciones por las cuales quien no tuviera propiedades sería “reputado de la clase de sirviente” y obligado a reconocer un patrón. Dos proyectos contrapuestos.

Al Congreso de los Pueblos Libres de junio de 1815, bajo el liderazgo de Artigas, enviaron sus representantes de la Banda Oriental, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Misiones. En este se reafirmó la decisión independentista, en un momento en que, tras la restauración de Fernando VII en España, otros como Alvear se lanzaban en brazos de Inglaterra pidiendo transformarse en un protectorado. Y se establecieron criterios de organización nacional republicanos y federales, al mismo tiempo que se seguía planteando la necesidad de la unión con el resto de las provincias y Buenos Aires sobre esas bases. Artigas fue ratificado como “Protector de los Pueblos Libres”.

De esta manera, no se puede soslayar el hecho de que el Congreso de Tucumán de 1816, dirigido por el gobierno porteño, se realizó en el medio de esta disputa con el proyecto artiguista, y no contó con la participación de casi la mitad de las provincias rioplatenses. Fue la presión de algunos referentes, particularmente de San Martín, la que llevó a la declaración de la independencia el 9 de julio. Posteriormente el Congreso fue trasladado a Buenos Aires, donde sancionó una constitución de corte centralista. Dos proyectos de organización nacional en lucha.

La derrota del proyecto artiguista
En 1816 los portugueses se lanzaron a una nueva invasión sobre la Banda Oriental, y el gobierno porteño vio la posibilidad de deshacerse de una vez por todas del artiguismo. Así, mientras Artigas llamaba a unir fuerzas contra el enemigo común colonialista, el Directorio se rehusaba y procuraba dividir a los Pueblos Libres.

Frente al avance portugués, el ejército de la Banda Oriental se fue batiendo en retirada. Con la sanción de la constitución centralista en 1819, las tropas federales de los Pueblos Libres, encabezadas por Francisco Ramírez de Entre Ríos y Estanislao López de Santa Fe, se decidieron a avanzar sobre Buenos Aires. En la batalla de Cepeda de 1820 caía el Directorio, abriéndose la posibilidad de imponer una organización nacional federal y enfrentar a los portugueses así como a los españoles. No fue lo que sucedió.

Pocos días antes, Artigas había sufrido una fuerte derrota en manos de los portugueses en Tacuarembó. Con la Banda Oriental ocupada, su peso político declinaba. De esta manera, en el Tratado del Pilar entre los líderes federales y Buenos Aires, estos no le impusieron ni la organización federal ni la declaración de guerra a Portugal, dejando a la Banda Oriental librada a su suerte y tomando distancia de Artigas. Más aún: con apoyo porteño, Ramírez marchó luego a enfrentar a lo que quedaba del ejército artiguista. Finalmente derrotado, Artigas optó por el exilio en Paraguay.

La hegemonía de las elites de terratenientes y comerciantes porteños dio por tierra con el Congreso de los Pueblos Libres, así como con el conjunto del proyecto económico, social y político artiguista.