martes, 21 de julio de 2015

Grecia: ajustazo entreguista

[Vamos! Nº 56]  Expoliación imperialista y reagrupamientos para una salida popular. Tsipras se pasó al bando de los ajustadores y descargó sobre el pueblo griego un plan hambreador y entreguista. Una parte de Syriza pasa a la oposición. En el pueblo griego, desconcierto y primeros pasos de reorganización para la lucha.

El repudio al ajustazo se expresó en las calles mientras el Parlamento se aprestaba a aprobarlo.







Apenas unos días después del valiente y masivo No del pueblo griego en el referéndum del 5 de julio convocado por el gobierno de Tsipras contra el brutal ajuste exigido por la Troika imperialista (FMI - Unión Europea - Banco Central Europeo), el mismo Tsipras hizo una pirueta en el aire y acordó aplicar el ajuste entreguista y hambreador, desconociendo la voluntad popular y traicionando el programa por el que fue elegido en diciembre pasado.

Tsipras, el traidor
Aceptando el chantaje y el terrorismo mediático de los capos imperialistas –principalmente los de Alemania, que de hecho son quienes mandan en la Unión Europea–, Tsipras aceptó un acuerdo que descarga aún más la tremenda crisis económica de Grecia sobre el pueblo y abre de par en par el patrimonio del país a los monopolios imperialistas.

El acuerdo, que fracturó a la gobernante Syriza (Coalición de Izquierda Radical), fue impuesto en el Parlamento gracias al apoyo de los mismos partidos neoliberales que hundieron al pueblo griego en la desocupación y el hambre, el conservador Nueva Democracia y el socialdemócrata Pasok, más los centristas de To Potami. Y consagra el abandono de todas las banderas por las cuales la propia Syriza se formó y viene luchando desde hace cinco años, al aceptar “reformas” como la flexibilización laboral, destrucción de los contratos colectivos de trabajo, eliminación de las protecciones sociales, reducción de jubilaciones y pensiones, aumento generalizado de impuestos y un plan masivo de privatizaciones.

Esas son las condiciones exigidas por los imperialistas de la UE y el FMI para “conceder” a Grecia un tercer “rescate” financiero por 80.000 millones de euros: sumado a los más de 300.000 millones de euros de los dos “rescates” anteriores, constituye un nuevo y gigantesco endeudamiento que seguirá pesando como una lápida sobre las espaldas del pueblo y de la nación griega. El 20 de julio Grecia tiene que pagar 4.200 millones de euros al Banco Central Europeo (BCE) y 1.600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional (FMI), y un mes después otra cuota de 3.200 millones al BCE.

El acuerdo incluye la creación de un fondo –radicado en Grecia pero controlado por la Troika– al que el gobierno deberá transferir activos estatales (los aeropuertos en las islas, el puerto del Pireo, acciones del Estado en los bancos) por valor de 50.000 millones de euros, para que sean privatizados y utilizar esos recursos no para reconstruir la producción y el empleo sino… para seguir pagando deuda (una deuda ilegítima impuesta por los mismos que hoy son sus acreedores).

Alemania, Francia, Italia, España y el FMI son los principales acreedores de Grecia. Los extorsionadores de la Troika negaron cualquier quita de la deuda, y Tsipras se comprometió a “honrar todas las obligaciones financieras” sin investigarlas, pese a que una comisión de la propia Syriza las declaró ilegítimas, fraudulentas y usurarias. El FMI calculó que en el marco de este plan de “rescate” financiero Grecia estaría pagando deuda hasta 2054, o sea ¡durante 40 años!

Soberanía pisoteada

Grecia vuelve a quedar bajo la tutela del FMI, y la Troika se instala nuevamente en Atenas para controlar día por día al gobierno, que de hecho se convierte en un gobierno títere. Toda la legislación social que ya aprobó el gobierno de Syriza deberá ser derogada, y todas las leyes sociales en el futuro deberán ser visadas por la Troika incluso antes de ser discutidas en el Parlamento.

Tsipras y su equipo, con su voltereta antipopular y entreguista, se han convertido en el nuevo gobierno de los memorándums y la austeridad. Como señala la Organización Comunista de Grecia (KOE, integrante de Syriza, cuyos diputados se negaron a firmar este tercer “memorandum”), apenas seis meses después de que Syriza llegó al gobierno con la promesa de terminar con las políticas de “austeridad”, Grecia es sometida a una tutela monetaria, fiscal y política respecto a los imperialismos europeos, en primer lugar el imperialismo alemán. Con la complicidad de una parte de sus propias dirigencias y a pesar del pronunciamiento del 5 de julio, en Grecia se ha dado curso a un verdadero golpe contra los intereses populares.

A través del memorándum actual las potencias imperialistas pretenden humillar a Grecia, aplicándole un “castigo infinito” por haberse atrevido a cuestionar la política de “austeridad”. Se quiere atemorizar a los trabajadores y los pueblos no sólo de Grecia sino de toda la Unión Europea que se atrevan a desafiar las políticas hegemónicas en la UE, de superexplotación y de liquidación de las conquistas sociales del “Estado de bienestar” en pro de una salida de la crisis favorable a los monopolios.

La “moneda única”, tal como es concebida la Unión Europea, revela otra vez su carácter reaccionario: no es en absoluto un instrumento para la integración, sino para imponer sobre los pueblos los intereses de las potencias imperialistas europeas.

Las ilusiones que sembró la dirección de Syriza no sortearon la disyuntiva en la que está Grecia: aceptar las condiciones de la Troika para permanecer en la Unión Europea o tomar medidas soberanas –que en definitiva necesitan ir en el sentido de controlar su moneda–. Esa dirección no encabezó ni preparó al pueblo para una verdadera salida popular. Su política de mantener a Grecia dentro de los límites de la Unión Europea y del euro traicionando su propio programa y la voluntad popular expresada principalmente por los trabajadores y la juventud en el No del 5 de julio, ha llevado al terrible ajuste contra el pueblo griego.

El pueblo se prepara para la lucha

La repentina traición de Tsipras y de una parte del gobierno desconcertó al pueblo griego, que había protagonizado históricas puebladas contra los ajustazos de los anteriores gobiernos conservadores y socialdemócratas. Algunas organizaciones populares y empresariales reaccionaron realizando paros y marchas.

El miércoles 15 los estatales nucleados en el sindicato Adedy hicieron la primera huelga desde que Syriza llegó al gobierno; se concentraron ante varios edificios públicos, manifestaron en la histórica plaza Syntagma y bloquearon el Ministerio de Finanzas. Miles de personas recorrieron el centro de Atenas con carteles: “Cancelen el rescate”, “No a las políticas de la UE, el BCE (Banco Central Europeo) y el FMI”.

Los farmacéuticos cerraron en protesta contra la liberalización de su profesión, y la federación de restaurantes manifestó contra la suba del IVA, que para su gremio era del 13% y ahora será subido al 23% llevándolos al borde de la quiebra.

Para efectivizar su traición, Tsipras destituyó a 10 de los 13 ministros de Syriza que cuestionaron el rumbo emprendido. Varios altos funcionarios del gobierno, como la viceministra de Finanzas y el secretario general del ministerio de Economía, ya habían renunciado en protesta por el sometimiento ante la Troika. 17 parlamentarios de Syriza votaron contra el acuerdo y otros –como la presidenta del Parlamento Zoe Konstantopoulou, el ministro de Reconstrucción Productiva, Planificación y Energía, Panagiotis Lafazanis, y el diputado Kostas Lapavitsas– criticaron la línea emprendida por Tsipras. 35 diputados del “ala izquierda” de Syriza denunciaron que el plan, además de pérdida de soberanía, “provocará recesión y empeorará la pobreza y la desocupación”. “Un nuevo Tratado de Versalles amenaza Europa”, declaró el renunciante ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, en referencia a los infames acuerdos con que las potencias imperialistas triunfantes se repartieron colonias y protectorados después de la 1º Guerra Mundial.

109 de los 201 integrantes del comité central de Syriza firmaron una declaración que denuncia las medidas de Tsipras como un golpe que “atenta directamente contra cualquier noción de democracia y soberanía popular”.

El pueblo griego buscará sus propios caminos para sacarse de encima la bota de los imperialistas y de sus socios internos. Pero no se puede avanzar hacia una salida favorable a los intereses populares sin algunas medidas elementales –nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los sectores claves de la economía–, que permitan relanzar el país al servicio de los trabajadores y el pueblo.