martes, 7 de julio de 2015

Grecia, en el ojo de la tormenta

[Vamos! Nº 55]  La crisis de la deuda externa.  El pueblo griego dio un contundente rechazo a la Troika imperialista en el referéndum. La movilización debe continuar.











El pueblo griego rechazó el pasado domingo 5 el chantaje de la Troika imperialista del Fondo Monetario Internacional-Comisión Europea-Banco Central Europeo (FMI-CE-BCE), con un rotundo “No” del 61,3% ante un 38,5% por el “Sí”. La Troika viene desde hace cinco años asfixiando con sus exigencias al pueblo griego y, desde su triunfo electoral en enero pasado, al gobierno de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) encabezado por Alexis Tsipras.

Su objetivo inmediato es cobrarse una deuda ilegítima y fraudulenta prolongando las siniestras políticas proimperialistas y antipopulares de “austeridad” que reducen a Grecia a una especie de protectorado europeo hundido en la miseria, con despido masivo de empleados públicos, privatización de empresas estatales, bajas en salarios y jubilaciones, y recortes del presupuesto público en subsidios a los desocupados, salud, educación, etc.

Pero lo que de fondo intenta es debilitar y finalmente voltear a ese gobierno. La Troika, mandataria de los monopolios y bancos (especialmente alemanes) y del FMI, teme que la línea de “reestructuración de la deuda con movilización de masas” (sobre la base de aceptar y no investigar una deuda usuraria y fraudulenta) que empuja Tsipras sirvan de precedente a otros países de la Unión Europea –como España, donde en unos meses podría triunfar el frente Podemos– sobre los que los imperialistas descargan planes similares de hambre y saqueo.

Ante la imposibilidad de pagar el 30 de junio al FMI una cuota de 1.600 millones de euros por uno de los paquetes de “rescate” financiero, Tsipras dispuso el “default” (no-pago) y un “corralito” bancario, y convocó un referéndum el domingo 5 de julio. En julio, además, Grecia debería pagar al BCE otros 3.500 millones de euros.

Tras cinco años de “rescates” y recortes del gasto público impuestos por la Troika, la deuda del estado griego no sólo no disminuyó sino que superó la astronómica cifra de 300.000 millones de euros, la producción cayó en un 25% y el 60% de los jóvenes está desocupado. Ahora, las imágenes de la angustia ante los bancos vaciados y el fantasma de un aumento aún mayor de la desocupación y el hambre recuerdan la situación dramática que las políticas proimperialistas y hambreadoras de Menem-Cavallo y después de De la Rúa-Cavallo descargaron sobre nuestro pueblo y que estallaron en decenas de puebladas hasta desembocar en el histórico Argentinazo de diciembre de 2001.

La política de Syriza
Syriza, llegada al gobierno hace apenas 6 meses, recibió a sabiendas la herencia infame de un endeudamiento impagable y fraudulento (ver recuadro) y los efectos de años de ajuste antipopular, impuestos por la banca imperialista con la complicidad de los gobiernos ultraliberales que gobernaron en Grecia hasta enero ofreciéndose ante los gobiernos y los bancos alemanes y franceses como garantía para aplastar la movilización popular y para imponer el ajustazo y las privatizaciones exigidas por la Troika.

El gobierno de Syriza, encaró la “catástrofe humanitaria” con algunas reformas y medidas sociales importantes, que en un inicio le atrajeron el fuerte apoyo del pueblo. Se aumentó en casi un 30% el salario mínimo, se reactivaron las negociaciones laborales colectivas a través de los sindicatos, se aseguró electricidad gratuita para 300.000 familias, se aliviaron las condiciones de pago para miles de familias endeudadas, y se inició una auditoría sobre las privatizaciones ya realizadas o en curso (por ejemplo la del puerto de Salónica).

Sin embargo, ante las previsibles maniobras imperialistas (que en apenas 3 meses incentivaron el retiro de 20.000 millones de euros de los bancos), y las presiones de la Troika para seguir descargando sobre el pueblo las mismas medidas antipopulares y proimperialistas que los gobiernos anteriores, el gobierno de Tsipras inició un camino de concesiones que terminó fracturando a Syriza y dividiendo al pueblo, al punto de que una parte de éste se volcó a votar por el “Sí” (es decir la aceptación de la “austeridad” fondomonetarista) en la creencia de que eso aliviará la crisis.

Además, en el marco del enfrentamiento interimperialista entre países de la UE y los EEUU contra Rusia, Tsipras y el gobierno griego, lejos de tener una posición independiente, se mostró políticamente junto a Putin buscando quizás una ayuda económica que no se concretó ya que ese país está en una situación muy complicada por la crisis del 2014 y el bloqueo.

Lejos de cualquier medida soberana, el ministro de Finanzas griego Varoufakis afirmó que “El futuro pide que los griegos digan un gran ‘no’ el domingo, que nos quedemos en la eurozona y que, con el poder que nos conferiría ese ‘no’, renegociemos la deuda pública de Grecia, así como la distribución de las cargas entre los que tienen y los que no” (rtve.es, 1/7).

Los sátrapas del FMI y de las finanzas internacionales decidieron seguir respondiendo a la suspensión de pagos de Grecia con el “castigo infinito” que de hecho ya vienen aplicándole, dejando de concederle nuevos préstamos; cosa que de todos modos ya vienen haciendo –salvo los “rescates” dirigidos no a reactivar la economía griega sino a salvar a los bancos–, pero que ahora podría dejar al gobierno de Atenas sin fondos para pagar los salarios ni para sostener la banca y las empresas estatales.

¿Hay una salida popular?
Tsipras llamó a defender la dignidad nacional y votar en el referéndum por el “No” a las políticas de “austeridad”. Hacia el referéndum había afirmado que si triunfaba el “Sí” su gobierno no seguiría en el poder, quizá abriendo el camino a elecciones anticipadas. Pero se limitó a denunciar que las “negociaciones” que plantean los capos europeos y del FMI son una ficción, y a criticar el ultimátum de los acreedores porque “contradice los principios de la UE”; y mantuvo a Grecia en el camino de las “negociaciones” con la Troika, sin proponer un programa propio para liberar a Grecia de los condicionamientos imperialistas.

Y eso pese a que el heroico pueblo griego sigue movilizado y vuelve a las manifestaciones multitudinarias en la plaza Syntagma, frente al Parlamento. Tras el claro “No” en la consulta, justamente esa movilización popular será la clave de un posible inicio de salida popular a la crisis actual: en defensa de todas las conquistas populares y democráticas; suspender los pagos e investigar la deuda; y nacionalizar la banca, las industrias básicas y el comercio exterior. Todo eso, desde ya, evitando caer en una nueva dependencia hacia Rusia o China, a quienes el gobierno ya acudió en busca de financiamiento y apoyo político (lo que podría implicar concesiones a las corporaciones chinas o rusas en el plan de privatizaciones que aún no está cerrado).

¿Quién endeudó a Grecia?

Desde hace cinco años Grecia viene siendo forzada a recortar masivamente los salarios, las jubilaciones y el gasto público. La Troika imperialista, con la complicidad de poderosos sectores de la burguesía griega, presiona día a día al país para que no retrase sus pagos de capital e intereses.
Pero ¿cómo se endeudó Grecia hasta el cuello? Igual que la Argentina, no “se” endeudó: fue endeudada.
Entre 2000 y 2010, Grecia importó equipamiento militar por más de 12 mil millones de euros. Entre 2005 y 2009, fue el quinto entre los mayores importadores de armas del mundo. Sus compras de armamento benefician principalmente a empresas de Alemania como ThyssenKrupp y Krauss-Maffei Wegman, y de Estados Unidos como Lockheed Martin y Boeing.
Grecia tiene más tanques que Alemania, Francia e Italia juntas. Durante décadas su gasto militar fue el segundo más alto de la OTAN (solo detrás de Estados Unidos). Esto confirma que el problema de Grecia no ha sido el “despilfarro”, o que sus habitantes “vivan por encima de sus posibilidades” como cacarean sus acreedores y la prensa imperialista. Uno de los grandes problemas de las finanzas griegas es el enorme gasto militar que le impone la OTAN para movilizar recursos financieros hacia Alemania y Estados Unidos.
El otro, obviamente, es el gigantesco programa de “rescate” que el propio Banco Central Europeo aplicó –mediante compras ilegales de títulos de deuda pública y privada– para que los bancos privados griegos y extranjeros pudieran deshacerse de la masa de “activos tóxicos” tomados durante años de orgía especulativa paralelamente a la aplicación de los brutales planes de “austeridad”. Por eso los gastos de deuda suman más del 50% del presupuesto público.