martes, 4 de agosto de 2015

¡El deporte es un derecho!

[Vamos! Nº 57]  Un análisis tras los Panamericanos 2015. Por Darío Pérez

“El objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones, quienes por el hecho mismo de sus condiciones excepcionales, no pueden tomarse ni como modelos ni como objetivo para el numeroso grupo de hombres y mujeres jóvenes que se dedican al desarrollo físico de su persona.”
Ramón Carrillo, primer ministro de Salud Pública (1946-1954).




En la ciudad canadiense de Toronto acaba de terminar la XVII edición de los Juegos Panamericanos (JJ.PP.), los cuáles son un símil de los Juegos Olímpicos pero en el que sólo participan los países americanos. La delegación argentina no obtuvo los resultados esperados. Si bien la cantidad de medallas totales se mantuvo con respecto a la edición anterior (75), la cantidad de medallas doradas decayó sensiblemente, pasamos de 21 en Guadalajara 2011 a sólo 15 en esta edición. Esto es un gran fracaso de la política deportiva que plantea este Estado.

Elite y presupuesto

Al igual que todos los gobiernos que los precedieron, el gobierno kirchnerista ha centrado su línea deportiva en lo que se denomina deporte de alto rendimiento para poder luego “colgarse las medallas” conseguidas gracias al esfuerzo de los atletas y las federaciones. Pero las grandes mayorías notienen acceso ni siquiera a estas federaciones. Y así, como el oportunismo es su línea en la economía, la educación, la salud, el trabajo, el campo, la industria, etc., el kirchnerismo tampoco tiene políticas deportivas activas que respondan a las necesidades de las grandes masas. Su mira (y nuestro dinero) está puesta en los deportistas de elite que es a quienes destinarán buena parte del presupuesto deportivo.

Deporte como reivindicación

No estamos en contra del deporte de elite pero no puede ser la única preocupación de nuestros políticos. Ni siquiera la principal, ya que la mejora deportiva de un país no se puede medir en función de cuanto brillan nuestros medalleros. El objetivo fundamental de toda política deportiva debe serresolver la demanda de toda la población, especialmente de los jóvenes. O como dijo el médico santiagueño Ramón Carrillo (primer ministro de Salud Pública de la historia Argentina, desde 1946 a 1954, y creador de los Juegos Evita): “Que el objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones, quienes por el hecho mismo de sus condiciones excepcionales, no pueden tomarse ni como modelos ni como objetivo para el numeroso grupo de hombres y mujeres jóvenes que se dedican al desarrollo físico de su persona”. Exactamente todo lo contrario a lo declarado a Télam por el secretario de Deportes, “Camau” Espínola, quien consultado por la actuación de la delegación argentina en los JJ.PP. subrayó el “éxito” de una política de Estado destinada a “mejorar la calidad de los resultados”.

Por eso entendemos que los recursos deben destinarse principalmente a tres aspectos fundamentales: en primer lugar, a implementar una verdadera práctica deportiva en todas las escuelas, primarias y secundarias, donde el deporte sea base en la educación de los estudiantes desde el primer hasta el último año de formación. En segundo lugar, se deben destinar importantes recursos a los clubes barriales que son parte del entramado de socialización de nuestra juventud. Los mismos hoy no cuentan ni con el dinero ni con la infraestructura necesaria para poder dar respuesta a las necesidades de todos los miembros de las comunidades a las que pertenecen. Y por último, habría que darle un gran impulso a la creación, mejora, ampliación y mantenimiento de grandes espacios públicos destinados al esparcimiento de toda la población. Actualmente, los escasos lugares destinados para tal fin están completamente descuidados –casi abandonados– y representan más una amenaza para la integridad física de las personas que un lugar donde poder mejorarla. Si los gobiernos tuvieran el centro en estos tres aspectos (escuelas, clubes barriales y espacios públicos), no solo mejoraría notablemente la calidad de vida y la salud de toda la población en general, sino que este gran escenario donde la práctica deportiva esté integrada a la vida cotidiana de las personas, generaría una gran base de deportistas, miles de veces más amplia que la actual, de la cual puedan surgir los más destacados por disciplinas y así nutrir al deporte federado cuantitativa y cualitativamente.

Cambiar las bases

Comprendemos cual es el fondo de la cuestión: en la concepción burguesa el deporte es secundario. Las clases dominantes lo han convertido en un instrumento estrechamente ligado a la estructura de atraso de nuestro país, que casi siempre utilizan con objetivos políticos, económicos e ideológicos. Datos concretos que asustan: en nuestro país el 35% de la población sufre de sobrepeso, el 15% de obesidad y el sedentarismo supera el 50% (Clarín, 8/6/2015). Esta realidad es la que nos impone poner el foco en una justa política deportiva y no en el cuadro de medallas.

Pero también sabemos que este derecho a la práctica deportiva integral tiene un límite. Si bien se trata de una reivindicación histórica y las masas deben luchar para que se produzcan estos cambios, somos concientes que la solución de todos los males que hoy aquejan a nuestra juventud no se resuelven sólocon una justa política deportiva. La integración social es imposible si no hay trabajo, educación, vivienda y salud para todos, todos los días. El deporte es importante porque le da un lugar al joven en su medio social, un lugar distinto al de la droga, el alcohol y la delincuencia. Pero si sus necesidades básicas no están satisfechas va a ser casi imposible modificar el camino trazado por los gobernantes de turno: miseria, hambre, desnutrición, exclusión, etc.

Por eso, la pelea debe ser en todos los frentes, no hay que descuidar ninguno. Y así lo demuestra nuestra experiencia, cuando los jóvenes en los barrios organizan alguna actividad deportiva para manifestarse en contra de la droga y el alcohol, o reclaman por trabajo para todos, o por la construcción de polideportivos; o cuando los alumnos de secundarios luchan por mayor presupuesto al calor de un campeonato de fútbol. Es decir, ni la lucha deportiva por el deporte en sí mismo, ni el uso y ni la subordinación política que casi siempre se le da al deporte, sino la integración de la reivindicación deportiva al resto de las luchas. Solo así podremos conseguir arrancarle a las clases dominantes lo que es nuestro. Lo que verdaderamente es de todos.