martes, 30 de julio de 2013

“No somos descartables”

[VxL! Nº10] Continúa la lucha de los trabajadores y las trabajadoras de Kromberg. Cansados de la brutal explotación que sufren desde hace años, los obreros y obreras de la empresa salieron a luchar por mejoras salariales y contra los despidos. Con paros y cortes enfrentaron a la policía y a la patronal en un conflicto que aún sigue sin resolverse.  


Es tensa la situación en la Panamericana. La Gendarmería Nacional avanzó, está casi cuerpo a cuerpo con los manifestantes. Allí, las trabajadoras con sus delantales lilas, no se intimidan. Son un ejemplo para miles de mujeres. De fondo, se escucha el enojo de algunas que se preguntan: “¿Éste es el gobierno que dice popular mientras reprime trabajadores?”.
Así se vivía uno de los cortes de la Panamericana y la 197 contra la empresa de origen alemán Kromberg & Schubert, una fábrica autopartista ubicada en el Parque Industrial de Pilar, radicada hace quince años en la Argentina, que produce cableado eléctrico al igual que Lear, en este caso  para las automotrices Volkswagen y Mercedes Benz. El conflicto empezó hace más de tres meses cuando los trabajadores se organizaron por reclamos salariales y, como consecuencia de ello, fueron despedidos 12 laburantes, entre ellos delegados y miembros de la Comisión Interna –aún no reconocida por la patronal–.
Además de las reincorporaciones, los trabajadores vienen reclamando la efectivización de los tercerizados y contratados, el aumento de salario, el cese de los despidos y las persecuciones, el reconocimiento de la Comisión Interna, y mejoras en las condiciones de trabajo.
De los 600 operarios que laburan en la planta, el 80% son mujeres. En general, muy jóvenes, y mayoritariamente, madres solteras. Bajo el convenio del Plástico –en lugar de mecánicos como debería ser– cobran sueldos casi un 50% por debajo de lo que les correspondería si estuvieran encuadrados en SMATA.  Los de planta reciben una remuneración de $4200,  y los tercerizados, que son nada menos que el 60% del total de los trabajadores, aproximadamente $3600.
Desde hace 15 años la empresa alemana impone ritmos de producción brutales. Los supervisores hostigan a las laburantes para aumentar la productividad. “Tenemos enfermedades como tendinitis. Muchas están embarazadas. Hay persecución, hasta abortos. Pero nosotras no somos descartables, estamos luchando por nuestros derechos”, explica Nancy, trabajadora de Kromberg, en comunicación telefónica con Abran Paso.
Desde la elección verdaderamente democrática de una Comisión Interna –tras años de delegados traidores del sindicato del Plástico puestos a dedo por la empresa–, durante más de tres meses se mantuvieron medidas de lucha como paros en la planta y bloqueos a su acceso, se realizaron cortes en Corrientes y Callao, movilizaciones al Ministerio de Trabajo –donde se llevaron a cabo las negociaciones–, y se enfrentó la represión de la Gendarmería en la puerta de la fábrica en Pilar.
La lucha de los obreros y obreras  logró en estos meses la solidaridad de otros sectores populares, y la simpatía de una parte importante de la sociedad. Fortaleció a todo el movimiento obrero como así también al movimiento de mujeres. Porque no fueron reincorporados los trabajadores, porque las condiciones de laburo no cambiaron, hoy, todavía sin una respuesta favorable, la lucha contra los despidos y por mejoras salariales, continúa.