martes, 1 de abril de 2014

Guerra de Malvinas: El cambio de la contradicción principal

[Vamos! Nº25]  A 32 años de la recuperación de las islas - Primera parte. La guerra iniciada el 2 de Abril de 1982 sigue despertando profundas polémicas. En esta primer nota abordamos el contexto internacional en el cual se libró el conflicto bélico. Una visión antiimperislista.



El 2 de abril de 1982 se realizó el desembarco de tropas argentinas y, tras el enfrentamiento en el que muere el capitán Giachino, se produjo la rendición de la guarnición británica de Puerto Argentino.
Un día después la ONU, como expresión de los intereses imperialistas, condenó a Argentina como “país agresor”. Muchos países latinoamericanos votaron por Argentina contra el colonialismo. Inglaterra entonces aprestó su flota militar para zarpar con rumbo a las Malvinas. Se desató un sentimiento de masas nacionalista y antiimperialista, anti inglés.
El 10 de abril fracasaron las negociaciones de mediación que encabezó personalmente el secretario de Estado norteamericano Alexander Haig. La guerra de agresión imperialista Británica al territorio argentino era inexorable. De este modo, cambia la contradicción principal, la que determina y condiciona todas las demás contradicciones, incluida la contradicción dictadura-pueblo que no desaparece. La contradicción principal pasa a ser objetivamente: imperialismo ingles-nación argentina.

La dictadura y el mundo bipolar
En ese entonces el mundo estaba atravesado diametralmente por la disputa por la hegemonía mundial entre las dos superpotencias imperialistas entonces: EEUU, un imperialismo desplegado a nivel mundial desde la Segunda Guerra, y la URSS, que tras la restauración capitalista en 1956 se había transformado imperialista pero que de palabra se decía socialista y usaba todavía la bandera roja, la hoz y el martillo.
La URSS venía de un período de expansión y despliegue de su agresividad graficado en la invasión directa de Afganistán en 1979. Pero también en un sin número de hechos políticos y militares que venían graficando su ofensiva a nivel mundial, junto a la situación defensiva de EEUU tras la derrota de Vietnam en 1974.
Entendiendo a la dictadura instaurada en 1976 como un frente reaccionario de clases dominantes locales e intereses imperialistas, la hegemonía de Videla y Viola dentro del Ejército y la Junta fue expresión del poder expansionista de la URSS. El apoyo abierto del PC argentino y la URSS a la dictadura son un hecho indiscutible e irrefutable.
EEUU apoyó al golpe de Estado en 1976, aunque luego se agudizarían las fisuras en el frente golpista. Así, mientras la dictadura chilena de Pinochet era apoyada plenamente por EEUU e Inglaterra, en 1979 la comisión interamericana de Derechos Humanos, respaldada por EEUU, visitó la Argentina para recibir denuncias de desapariciones y torturas. A la inversa, la URSS denunciaba a Pinochet por los derechos humanos pero objetaba toda condena a la dictadura argentina en la ONU. En este contexto la dictadura argentina acentuó las exportaciones cerealeras a la URSS, desafiando el bloqueo cerealero norteamericano decretado tras la invasión rusa a Afganistán.
En 1978 los preparativos para guerra entre Argentina y Chile llegaron a producir algunos enfrentamientos armados y bajas en la frontera. La guerra se detuvo al filo por intermediación de la Iglesia Católica que actuó por los intereses de varias potencias imperialistas europeas, que buscaban evitar el avance de los preparativos hacia una tercera guerra mundial.
La dictadura era un frente reaccionario, determinado a reprimir la lucha popular a sangre y fuego, y a la vez atravesada por la disputa interimperialista interna dentro de las clases dominantes. Así los sectores de la dictadura que expresaban el almirante Emilio Massera al frente de la Armada o el general Ramón Camps al frente de la policía de la Bonaerense, o el general Luciano Menéndez en Córdoba, disputaban abiertamente frente a la hegemonía del sector de Videla y Viola, desde intereses pro-europeos, pro-yankis o nacionalistas reaccionarios.
En los inicios de la dictadura el propio Videla sufrió tres atentados producto de la lucha intestina en su seno. Inclusive uno de ellos estuvo cerca de alcanzarlo tras dinamitarse la pista de Aeroparque mientras el avión presidencial despegaba. La eliminación física de oponentes dentro de la dictadura también era moneda corriente y en general hecho pasar como atentados “subversivos”.
La lucha por el control de empresas dentro de la dictadura también se libró en ocasiones con métodos no económicos, como hoy se ha hecho público en el caso de Papel Prensa. El padre del actual Canciller Timerman, director del diario golpista y videlista La Opinión, fue secuestrado por Camps, torturado y las grabaciones de sus declaraciones pasadas personalmente por el propio Camps en un noticiero de TV.
Quizás no solo la fuerza del movimiento obrero y popular de los ‘60 y ‘70 haya determinado lo sangriento de la dictadura en su carácter antipopular, sino también lo agudo de la disputa en su seno, en el marco del mundo bipolar. Pero también éste fue un factor que la lucha popular pudo aprovechar para hacer que la dictadura mas sangrienta de su historia durara 7 años, en contraste con los 21 años de la dictadura brasileña, los 17 años de dictadura chilena o los 35 años de dictadura paraguaya.
Así desde el 24 de marzo de 1976 la contradicción fundamental de clases en la argentina, un país oprimido y sometido a la disputa imperialista, se expresaba políticamente entre dos polos: dictadura-pueblo. Esto cambiaría durante la guerra de Malvinas, cuestión que continuaremos en la siguiente nota.