miércoles, 2 de julio de 2014

Una historia de fraudes

[Vamos! Nº31]  El empréstito Baring.



A partir del conflicto con los fondos buitres, el propio Gobierno terminó admitiendo los fraudes que implicaron los empréstitos extranjeros en la historia de nuestro país (aunque “curiosamente” plantea que hay que seguir pagando). Entre ellos, el primero, el empréstito pedido a la banca Baring Brothers, inglesa. Veamos…
El empréstito Baring fue contratado en 1824 por el Gobierno de Buenos Aires, en ese entonces a cargo de Bernardino Rivadavia, político centralista, liberal y europeizante. Los objetivos proclamados eran: construcciones portuarias en Buenos Aires, levantar pueblos en la frontera con los indígenas, instalar agua corriente en la ciudad, etc. La casa Baring Brothers era una de las principales casas financieras del Imperio Británico, potencia hegemónica de la época del capitalismo liberal. Además, la familia empresaria proveía de funcionarios y ministros a los Gobiernos británicos.
El empréstito resultó una estafa desde su propia negociación. Se firmó por 1.000.000 de libras esterlinas, pero a eso había que descontarles las comisiones para todos los negociadores y los adelantos de intereses y amortizaciones. Luego de eso, quedaron sólo 552.700 libras. Pero el fraude no terminaba ahí. La casa Baring decidió depositar este dinero en su propio banco y, salvo una ínfima cantidad, el dinero remitido a Buenos Aires fue en letras de cambio. Como garantía del préstamo se habían puesto las tierras públicas de la provincia.
Pero, para colmo, con ese dinero no se realizaron ninguna de las obras que habían sido el supuesto motivo del empréstito. La mayoría terminó como préstamos en manos de comerciantes: los mismos que lo habían negociado y comerciantes británicos. Préstamos que nunca se devolvieron.
El empréstito Baring terminó de pagarse recién en el año 1904. Para entonces, Argentina había pagado 23.734.766 pesos fuertes, lo que significaba 14 veces el empréstito pedido.
En “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, Lenin define a los “países dependientes, políticamente independientes desde un punto de vista formal, pero, en realidad, envueltos por las redes de la dependencia financiera y diplomática”. El ejemplo que da es la Argentina. Efectivamente la deuda externa ha sido uno de los mecanismos por los cuales las potencias, tanto en la época del capitalismo liberal como en la del capitalismo imperialista, han subordinado a los países oprimidos. Deuda externa, fraude y dependencia son inseparables.