martes, 26 de mayo de 2015

El papel decisivo de la URSS en la derrota del nazismo

[Vamos! Nº52]  A 70 años del triunfo del Ejército Rojo en Berlín - Nota 2 de 2. Tras seis años de guerra, finalmente el 2 de mayo de 1945 la bandera roja flameando sobre el Reichtag expresó la derrota definitiva del nazismo. Millones en la URSS y en el mundo lo hicieron posible.



En el anterior número de Vamos! abordamos los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo de la misma hasta 1941. En este número nos concentramos en la invasión nazi a la Unión Soviética y las batallas heroicas que definieron su derrota.

La invasión nazi y la resistencia soviética
El 22 de junio de 1941 Alemania lanzó una feroz ofensiva sorpresa sobre la Unión Soviética atacándola en simultáneo en diferentes puntos de su territorio. El ejército de invasión contaba con 5,5 millones de efectivos, 3700 tanques y 5000 aviones (prácticamente el doble que la URSS en cada rubro). Confiado en su táctica de “guerra relámpago” con la que había conquistado gran parte de Europa, Adolf Hitler planeaba tomar Moscú antes del 7 de noviembre, aniversario de la Revolución de Octubre. Con la invasión al país socialista, la Guerra que hasta el momento enfrentaba en lo principal a potencias imperialistas entre sí, cambió de carácter transformándose en una guerra mundial antifascista. La situación forzó a un frente táctico entre algunas potencias imperialistas y la URSS. A fines de 1941, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, EE.UU también entraría en la contienda.
Entre 1939 y 1941, la URSS había acelerado sus preparativos para el choque que se avecinaba: los soldados del Ejército Rojo casi se triplicaron y se impulsó el entrenamiento militar de toda la población. Pero el fin de los preparativos estaba previsto para 1942 y ramas centrales como la producción de tanques y aviones estaban retrasadas. La rápida derrota de Francia y otros países europeos le dieron a Hitler la posibilidad de agredir a la URSS más temprano. Al mismo tiempo, José Stalin y el gobierno soviético cometieron en ese momento graves errores. Subestimaron la posibilidad de que Alemania lanzara la invasión y la misma los tomó por sorpresa, lo que facilitó su rápido avance inicial.
En octubre, los nazis estaban a las puertas de Leningrado y Moscú. Pero ya en este crítico momento comenzaron a vislumbrarse los resultados de los enormes esfuerzos del pueblo soviético. La heroica resistencia en cada ciudad invadida, con millones de muertos, permitió retrasar el avance alemán y desplazar buena parte de la industria hacia el este, incluyendo el traslado de 7 millones de obreros. Más de diez millones de soviéticos se alistaron como voluntarios para combatir y otros millones trabajaban día y noche para abastecer a las tropas. En los territorios ocupados por los nazis se organizaron guerrillas y miles de acciones de sabotaje. Como había señalado Lenin en 1920: “En toda guerra la victoria está condicionada, a fin de cuentas, por la moral de las masas que derraman su sangre en el campo de batalla”.
Al mismo tiempo, semejante movilización y coordinación hubiera sido imposible sin la dirección del gobierno soviético y el Partido Comunista. Frente al cerco a Moscú, Stalin permaneció en la capital dirigiendo las operaciones bélicas. El 7 de noviembre, aniversario de la revolución, pronunció un recordado discurso en la Plaza Roja, mientras se escuchaba el ruido de los bombardeos nazis en los alrededores. Finalmente, tras más de un mes de resistencia, en diciembre fue detenido el avance nazi y el ejército alemán fue repelido a 400km de Moscú. Era la primera derrota importante de Hitler en la guerra y el primer fracaso de su táctica de “guerra relámpago”.
La batalla de Stalingrado
Alemania todavía controlaba gran parte del territorio soviético y no tardó en lanzar una nueva ofensiva. Las fuerzas fascistas se lanzaron sobre la región industrial del Cáucaso, en el sur de Rusia, y en julio de 1942 se inició la histórica batalla de Stalingrado. Durante más de tres meses se rechazaron más de 700 ataques nazis a la ciudad, mientras dentro de la misma las fábricas seguían trabajando en condiciones dificilísimas. Los alemanes terminaron tomando la mayor parte de la Ciudad, pero durante ese lapso se habían logrado enormes avances en la producción de la industria bélica trasladada al este del territorio soviético. Sobre esta base, en noviembre de 1942 el Ejército Rojo lanzó una fuerte contraofensiva, cercando en Stalingrado a 300.000 soldados y oficiales alemanes, que bajo órdenes de Hitler se negaron a entregar las armas. Los cruentos combates se prolongaron hasta febrero de 1943 con la rendición de 24 divisiones alemanas. Más de 4 millones de soldados en combate y un total de más de 2 millones de muertos hacen de Stalingrado una de las batallas más grandes de la historia de la humanidad. Fue sin lugar a dudas el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial. Los pueblos del mundo entero vieron que el fascismo no era invencible.
La propaganda imperialista ha ocultado groseramente la significación histórica de la batalla de Stalingrado, reemplazándola por otros hitos de la Guerra como el desembarco anglonorteamericano en Normandía. Si bien este hecho tuvo su importancia en la derrota del nazismo, las fechas son irrefutables: el desembarco en territorio francés se lanzó recién en junio de 1944, ¡casi un año y medio después de Stalingrado!, cuando el avance de la URSS sobre los nazis ya era imparable. Con veinte millones de muertos, el pueblo y el estado soviéticos fueron definitorios en la derrota del nazismo, y esto es una realidad histórica más allá de cuántas películas de Hollywood la hayan retratado.
El papel de los comunistas en la derrota del fascismo se agranda aún más si se tienen en cuenta otros países ocupados. En China, el Partido Comunista encabezado por Mao Tse-tung dirigió la guerra contra el invasor japonés, en la que murieron más de 6 millones de personas. Desde Vietnam a varios países de Europa Oriental los comunistas dirigieron la guerra de liberación. En Francia e Italia encabezaron una vasta red clandestina de 3 millones de combatientes civiles. Es incalculable la cantidad de comunistas que dieron la vida en la lucha antifascista.

El final de la Guerra
Tras la batalla de Stalingrado, el frente de guerra soviético-alemán siguió siendo la principal arena de lucha. En 1944, el 70% del total de tropas nazis se hallaban en combate contra el Ejército Rojo. Pero, ya desde mediados de 1943, la URSS había logrado quebrar la línea de defensa alemana y avanzar hacia el oeste. Durante 1944 los nazis perdieron el control de varias capitales de Europa oriental. Entre marzo y abril de 1945 el Ejército Rojo entró en territorio alemán y se planteó la toma de Berlín. La batalla en la capital alemana duró 15 días, con 3 millones de soldados en combate y 200.000 muertos. Cuando el resultado se tornó irreversible, Hitler se suicidó. Finalmente, el 2 de mayo de 1945, las tropas alemanas se rindieron. La bandera roja flameando sobre el Reichtag (parlamento alemán) fue el símbolo de la derrota definitiva del nazismo, tras seis años de guerra.
En el avance sobre territorio alemán se manifestaron también actitudes reñidas con el internacionalismo. Para fortalecer la defensa frente a los nazis, la dirección soviética había planteado unir lo socialista con lo nacional ruso y empujar una “guerra patria” contra el invasor. Si bien esta línea fue justa en lo principal para fortalecer el frente anti-alemán, se realizaron concesiones al nacionalismo gran ruso que dieron lugar a fuertes actitudes chauvinistas. Por ejemplo, el comportamiento de las tropas rusas en Alemania fue muy malo, cometiendo abusos y atropellos contra la población alemana.
En agosto de 1945, cuando los nazis ya habían caído y los japoneses estaban acorralados, EEUU lanzó dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, masacrando a cerca de 250.000 personas. Este crimen sobre el pueblo japonés buscó ser una demostración de fuerzas frente al avance de la URSS y los comunistas en el mundo. Justamente entre abril y agosto de 1945, el 7º Congreso del PC de China planteó que la lucha no terminaba con la derrota del nazismo y se preparó para la guerra civil contra Chiang Kai shek, apoyado por los yanquis. Esta línea de los maoístas enfrentaba el planteo revisionista de que tras la Guerra los comunistas debían colaborar con las potencias “democráticas” como EEUU o Inglaterra.
La derrota del nazismo abrió un período de auge de luchas de la clase obrera y los pueblos y naciones oprimidas. La Guerra debilitó al frente imperialista en su conjunto y en este marco triunfaría la Revolución China en 1949, avanzarían los procesos revolucionarios en varios países del este europeo y el continente asiático y se abrirían procesos de liberación nacional en África y Asia. Millones en la URSS y todo el mundo habían jugado un papel decisivo para que esto fuera posible.