miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los soviets en acción

[Vamos! Nº 64]  7 de Noviembre – Aniversario de la Revolución Rusa. 












A 98 años de la Revolución Rusa, y en medio de un balotaje donde nos obligan a “elegir” entre dos candidatos que expresan variantes del ajuste (que por otra parte ya venimos sufriendo), cabe contrastar esta democracia de las clases dominantes con el sistema soviético a través del cual las grandes masas rusas ejercieron el poder tras la Revolución de Octubre de 1917.
Los soviets, verdaderas asambleas y organizaciones de base obreras y campesinas, habían aparecido en la Revolución de 1905 y renacieron con la Revolución de Febrero del 17 que derrocó al zar. A lo largo de ese año funcionaron como órganos de doble poder frente al gobierno provisional burgués hasta que se transformaron en la base del nuevo gobierno socialista tras la insurrección de Octubre.
A continuación, reproducimos extractos del texto Los soviets en acción del periodista norteamericano John Reed, testigo y protagonista de la revolución rusa y autor del célebre libro Los diez días que conmovieron al mundo. Escrito entre 1918 y 1919, este artículo presenta una imagen viva del funcionamiento de los soviets en sus primeros momentos y da una idea de cómo la revolución gestó una democracia obrera casi sin precedentes.

Entre el coro de insultos y falsedades dirigido contra los soviets rusos por parte de la prensa capitalista se puede escuchar una voz estridente que grita con una especie de pánico: “No hay gobierno en Rusia! ¡No hay organización entre los trabajadores rusos! ¡No funcionará! ¡No funcionará!”. Es la táctica de la calumnia.
Como todo auténtico comunista sabe, y como los que hemos visto la revolución rusa podemos atestiguar, existe actualmente en Moscú y en todas las ciudades y pueblos de Rusia una estructura política enormemente compleja, sostenida por la mayoría del pueblo y que funciona tan bien como ningún otro gobierno popular recién nacido ha funcionado jamás. (…)

Quiénes integran los soviets

El soviet se basa directamente en los trabajadores de las fábricas y en los campesinos de los campos. (…)
El soviet de Petrogrado de Diputados Obreros y Soldados, que operaba cuando estuve en Rusia, puede servir de ejemplo de cómo funcionan las unidades urbanas de gobierno en un estado socialista. Constaba de unos 1200 diputados y en circunstancias normales celebraba una sesión plenaria cada dos semanas. Entre tanto elegía un Comité Ejecutivo Central de 110 miembros. (…)
Junto al Soviet de la gran ciudad, existían también los Rayon o soviets de distrito (o barrio). Estaban compuestos de diputados electos para el soviet de la ciudad por cada distrito (o barrio) y administraban su zona de la ciudad.
Naturalmente en algunos distritos no había fábricas y, por tanto, tampoco representación de esos distritos ni en el Soviet de la ciudad ni en el Soviet de distrito. Pero el sistema soviético es extraordinariamente flexible, y si los cocineros y los camareros, o los basureros, o los porteros, o los conductores de ese distrito se organizaban y solicitaban representación, se les concedían delegados. (…)

El Estado de los Soviets

Al menos dos veces al año se eligen delegados de toda Rusia para el Congreso de Soviets Panruso. (…) Este Congreso formado por unos 2.000 delegados se reúne en la capital en forma de gran soviet y decide sobre los asuntos esenciales de la política nacional. Elige un Comité Central Ejecutivo que, como el Comité Central del Soviet de Petrogrado, invita a los delegados de los comités centrales de todas las organizaciones democráticas.
Este Comité Central Ejecutivo de los Soviets Panruso ampliado, es el parlamento de la República Rusa. Está formado por unas 350 personas. Entre los Congresos Panrusos es la autoridad suprema, pero no debe actuar al margen de las líneas dictadas por el último Congreso y es absolutamente responsable de todos sus actos ante el siguiente Congreso. (…)
El Comité Ejecutivo Central elige entre sus miembros once comisarios como presidentes de comités a cargo de los diferentes departamentos de gobierno, en el lugar de ministros. Estos comisarios pueden ser destituidos en cualquier momento. Son absolutamente responsables ante el Comité Central Ejecutivo. Los comisarios eligen un presidente. Desde que se ha constituido el Gobierno Soviético este presidente –o primer ministro– ha sido Lenin. Si su dirección fuese insatisfactoria, Lenin podría ser destituido en cualquier momento por la delegación de las masas del pueblo ruso o en el plazo de unas pocas semanas por el propio pueblo ruso directamente. (…)
Observadores mal informados, la mayoría de ellos de la intelectualidad de clase media, acostumbran decir que están a favor de los soviets pero en contra de los bolcheviques. Esto es un absurdo. Los soviets son los órganos de representación más perfectos de la clase trabajadora, eso es verdad, pero son también las armas de la dictadura del proletariado, a la que todos los partidos anti-bolcheviques se oponen encarnizadamente. Así, la disposición de la gente a adherirse a la política de la dictadura del proletariado no sólo se mide por el número de miembros del partido bolchevique –partido comunista como ahora se llama– sino también por el crecimiento y la actividad de los soviets locales. (…)

Las comisiones agrarias

Los Soviets pueden aprobar decretos que supongan cambios económicos fundamentales, pero deben llevarse a cabo por las propias organizaciones populares. (…)
Cuando los Soviets tomaron el poder su primera acción fue promulgar el Decreto de la Tierra. (…) El decreto abolió para siempre los títulos privados de la tierra y los recursos naturales de Rusia. (…) Los detalles de la confiscación y la distribución se dejaron enteramente a los Comités Locales de la Tierra.
Kalagayev, el primer Comisario de Agricultura, elaboró un detallado conjunto de reglas para guiar a los campesinos en su acción. Pero Lenin, en un discurso ante el Comité Central Ejecutivo, persuadió al gobierno que diera libertad a los campesinos para resolver el problema a través de su acción revolucionaria, aconsejando solamente a los campesinos pobres que se organizaran contra los campesinos ricos. “No se olviden –dijo Lenin– que a cada campesino rico lo enfrentan diez campesinos pobres”.
Los Comités de Delegados de Fábrica
 Cuando estalló la revolución de febrero, los propietarios y administradores de muchas plantas industriales, o bien las dejaron o fueron expulsados por los trabajadores (…).
Sin directores ni encargados y en muchos casos ingenieros y contables, los trabajadores se encontraban enfrentados a la alternativa de continuar trabajando o morir de hambre. Se eligió un comité, con un delegado de cada sección o departamento y este comité intentó dirigir la fábrica. Por supuesto al principio, este pareció un plan sin futuro. Las funciones de los diferentes departamentos podían coordinarse de esta manera, pero la falta de formación técnica por parte de los trabajadores produjo algunos resultados grotescos.
Finalmente se celebró una reunión del comité en una de las fábricas, donde un trabajador se levantó y dijo: “Camaradas, ¿por qué nos preocupamos? La cuestión de los técnicos expertos no es difícil. Recordad que el patrón no era un técnico experto; él no sabía ingeniería, química o contabilidad. Todo lo que hacía era poseer la propiedad. Cuando quería ayuda técnica, contrataba hombres que se la proporcionaran. Bien, ahora nosotros somos los jefes. ¡Contratemos ingenieros, contables, etc. que trabajen para nosotros!” (…)
Así, el Comité de Delegados de Fábrica, salido del caos ruso, se vio forzado por la necesidad a aprender a dirigir la industria, para que cuando llegara el momento los trabajadores rusos pudieran asumir el control real con pocas fricciones. (…)
La República Rusa de los Soviets, como lo mostró el propio Lenin, no tiende a transformarse en cualquier especie de gobierno político sino en una verdadera democracia obrera. (…) Las organizaciones que he descrito se reproducen en casi todas las comunidades de Rusia. Y si una parte considerable de Rusia se opusiera seriamente al gobierno soviético, los Soviets no durarían ni una hora.